El pato criollo , llamado también bragado, pato negro o pato real, es una especie de pato de la familia
Anatidae originaria de América tropical y cuya área de distribución actual abarca desde México hasta el
centro de Argentina y Uruguay, en zonas de clima tropical y subtropical y entre altitudes que van desde el
nivel del mar hasta los 1000 msnm.
Descripción
El pato Muscovy es una raza con mucha resistencia que no necesita que le procures muchos cuidados, ya que
además tiene una gran capacidad para aprovechar la comida al máximo para no pasar hambre. Una de sus
características principales es que tiene caruncles rojos y carnosos en su cara (en la zona alrededor de los
ojos y también en la base del pico). Es muy distinto genéticamente a cualquier otro pato, pudiendo cruzarse
con un pato común pero sus crías serían estériles.
Los machos siguen a las hembras para aparearse, y lo hacen con un movimiento de cabeza, desde delante y
hacia atrás, emitiendo un sonido con su respiración silvante y baja. Al haberse cruzado en tantas ocasiones,
el color que tiene ha variado mucho en los últimos años, pudiendo ser blanco o negro, tanto unicolor como
en combinaciones. Sus antepasados eran muy oscuros, con algunos visos violetas y
verdes.
Subespecies
Por existir dos variedades con muy claras diferencias fenotípicas, una silvestre y una doméstica, se ha d
ividido esta especie en dos subespecies:
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La subespecie silvestre, cuyo nombre científico es Cairina moschata sylvestris (Stephens, 1824), se conoce
comúnmente como pato real en la mayor parte de su área de distribución natural. Se trata de un pato grande
con plumas predominantemente de color negro lustroso en los machos y negro mate en las hembras, con manchas
blancas en las alas, que se hacen más notorias durante el vuelo, y pico también negruzco. En el rostro, en
torno al pico, posee unos gránulos o carúnculas rosadas o rojas. Mide unos 76 cm de longitud. Los machos en
celo suelen despedir olor a almizcle.
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De la especie silvestre original, gracias al manejo por comunidades indígenas, se derivó desde tiempos
precolombinos la subespecie doméstica conocida en toda Hispanoamérica como pato criollo (Cairina moschata
domestica Donkin, 1989), la cual presenta importantes variaciones: por ejemplo, debido a la selección por el
hombre y a la menor necesidad de volar para buscar su alimento, se han hecho más pesados, y por ello han
perdido la capacidad de volar largas distancias como sus congéneres silvestres. Su plumaje suele ser menos
lustroso y más variable, siendo muy comunes los ejemplares con vientre, cuello y rostro blancuzcos. Los
colores no son siempre uniformes en todos los individuos: hay ejemplares totalmente blancos o sólo negros,
así como grises, marrones y con diferentes combinaciones de estos colores. A la subespecie doméstica
también se le conoce popularmente en español como pato casero, pato mudo, pato de Berbería y pato almizclado.
Hábitat
Su hábitat típico corresponde al de los sitios arbolados con suficiente agua dulce, preferentemente en
humedales, lagunas, o en cercanías de arroyos o ríos de corriente lenta. En tales zonas se les suele
encontrar posados sobre las ramas de los árboles próximos a los espejos o corrientes de agua. La subespecie
doméstica vive además en climas templados y sin los requisitos de tanta humedad o arbolado.
Reproducción
La subespecie silvestre se reproduce normalmente durante la temporada lluviosa, que es cuando más abundan
los alimentos y refugios para las crías. Anidan preferentemente en cavidades del tronco o ramas de grandes
árboles. Una de las especies de árboles más utilizadas para nidificar es el samán (Samanea saman), debido
a que a estos árboles se les forman cavidades amplias cuando se les desprenden las ramas. En esas cavidades
la hembra pone alrededor de 15 huevos, cuya incubación dura 30 días, y los patitos nacen todos
simultáneamente. Cuando los patitos están ya listos para abandonar el nido, el mismo día o el día
siguiente de salir del cascarón, la madre los llama desde el suelo y los patitos se lanzan en caída libre,
algunas veces desde hasta 8 m de altura, hasta caer al suelo. De allí se van caminando tras de la madre
hasta algún cuerpo de agua cercano, donde permanecerán varios meses, hasta que sean capaces de volar.
Cría en cautiverio
Desde tiempos precolombinos, este pato ha sido criado por comunidades rurales en prácticamente toda
Latinoamérica, pero generalmente mantenido en grupos o lotes pequeños, formando parte de las aves de patio o
de corral de las viviendas rurales.
Curiosamente, ha sido en Europa (Francia) y en Asia (China, Vietnam y Taiwán) donde ha tenido mayor auge la
cría comercial de esta especie. En Francia, por ejemplo, durante los últimos 30 años ha tenido un gran
desarrollo la cría intensiva del pato criollo y se han logrado avances notables en su mejoramiento genético
para la producción de carne y el desarrollo de líneas genéticas especializadas para la hibridación con el
pato Pekín y otras razas de la especie Anas platyrhynchos domesticus. El híbrido se conoce como pato mula y
es infértil; se utiliza principalmente para la producción de hígado graso destinado a la elaboración de paté
y foie gras.
Por su resistencia a enfermedades y por su habilidad para buscar su alimento cuando tiene acceso a áreas
abiertas con espacios acuáticos y de vegetación, este pato es idóneo para sistemas de bioproducción,
donde se puede integrar con otras especialidades de interés productivo, tales como la piscicultura,
porcinos, cultivos frutícolas y otros.
La Asociación Americana de Avicultura (American Poultry Association), en su publicación The American Standard
of Perfection (que es el libro donde se definen las razas de las especies domésticas de aves de corral), ha
reconocido cuatro variedades del pato criollo, las cuales son la negra, la blanca, la chocolate y la azul
(gris pizarra). Cabe mencionar que hay varias especies de aves de corral que están en vías de domesticación
pero aún no aparecen en este libro, tales como algunos faisanes, la gallina de Guinea o gallineta
(Numida meleagris), el pavo real (Pavo cristatus) o el avestruz (Struthio camelus), por nombrar solo algunas
de las más importantes.